sábado, 5 de noviembre de 2011

Un cuento compartido



El fotógrafo londinense
Necesitaba más manos para cortar, acomodar, pegar y sostener las verduras sobre la mesa. Ya eran las dos de la madrugada y Anita todavía no volvía. Había ido hasta su casa a buscar gelatina sin sabor para el lago de la ciudad de Londres. Jazmín, mi hermosa hija, dormía plácidamente en su habitación. Mi esposa, entretenida en la red social, chateaba con sobrinos y con alumnos. ¿Cuántos alumnos tenía? No sé. ¿En cuántos grupos participaba? No sé. Lo que sé es que ella no me registraba, sabía que estaba y que estaba ocupado en el Taller con mi equipo.
Yo mientras tanto interactuaba con los sujetos que acomodaban y “sujetaban” las verduras y frutas para componer el paisaje. ¡Cuánto trabajo me da la fotografía! Primero tengo la idea, después busco los materiales, y con la ayuda de mi equipo componemos el conjunto paisajístico. Todos nos dedicamos a buscar mayores posibilidades a las frutas y verduras, todas las que puedan darnos, un techo, una pared, un foco, una tapia, una red, una torre, y árboles y plantas. No los olvidemos.
Con ellos hablamos hasta odiarnos, y el odio nos hace callar. Cuando las palabras sobran y nos envuelve el silencio es porque el hastío de la voz del otro, se nos hace montaña. Al otro día, tenemos que volver a vernos. Por eso, nos soportamos, ellos mi perfeccionismo y yo su vanalidad. No faltan más aclaraciones.
Ellos eran “Leo” (de Leónidas), “Casual” (de Casi-miro) y “Hazmerreír” (de Hilario). Faltaba Anita. La dulce y sonriente Anita. La que pasa, casi desapercibida. Porque habla poco. La que “parece una mosquita muerta” (como dice mi esposa). “Por algo será”… (malpensaron ellos, no ustedes).
Luego de las excusas de cada día, salíamos juntos a observar y si podíamos a comprar. Discutíamos en el camino sobre las posibilidades del pan lacteado y del pan salvado. Las fetas también sirven y mucho. Los merengues o merengotes son ideales (para comérselos), pero también pueden servir para las puntas de las iglesias que no tienen cruz. Ya saben a cuáles me refiero.
¡¡¡Cuántas posibilidades tenemos!!! Pero aquí sí que hay que elegir, no es lo mismo una cúpula románica que una torre gótica, ¡no!, porque la sandía es ideal para la románica. Y para la gótica la imaginación va a recurrir al jardín y a la panadería. A algo más, ¡seguro!
Cuando Jazmín llegó de la escuela, ya pasado el mediodía, preguntó:
-¿Puedo comer la naranja? (que era el rosetón de la catedral)
Todos respondimos al unísono:
-¡¡¡No!!!...(¡más todos los gestos que hicimos que no te das idea!)
-¿No sabés que está pegada y que la plasticola la contamina? (le dije)
Jazmín, pasó hacia el comedor, más que como brisa, como viento tempestuoso.
Ya había pasado antes lo mismo con los confites de chocolate, con las obleas y con las Amor. Recuerdo que una vez me dijo:
- Ay… papá, ¿cuándo vas a dejar de jugar con la comida?
A lo que yo respondí:
- No estoy jugando hija, estoy componiendo un paisaje de la ciudad más bella del mundo.
Al fondo tenemos un gran pozo donde depositamos los desechos. (¿Hace falta aclarar esto?, dirán ustedes) ¿Por qué los desechamos? Por cortados, pinchados, pintados o manoseados. Lo que sé es que el compost crece y las lombrices engordan y se reproducen…

Al otro día, se armó un gran revuelo en el Taller. Llegó el Super-Marchand (mi representante) y también llegó ella (la otra), avisando que se iba de viaje al sur del sur. A la Argentina. Entonces nos apuramos a sacar las fotos, hicimos sin-cuenta de la misma serie. Ya que, una vez que se destruye el-modelo, tenemos que pergeñar uno nuevo. “Todo tiene su tiempo bajo el sol”, especialmente los víveres.
- ¿Qué te parece si “foto-montamos” uno nuevo en las Fálkland? Me dijo ella al oído.
Quedé pensando un momento…
Mis ojos (muy abiertos) miraron para adentro, e imaginaron un hermosísimo paisaje nevado. Reemplazaríamos las verduras por piedras y el otoño de Londres por el frío insular del lugar que queda al sur del sur y que “es nuestro” pero que (según lo dicen “los otros”) no es nuestro. Allí hace frío pero no hará frío. Ella y yo somos como “mar y arena”.
Más tarde. Tirado en un sillón…seguí mirando adentro.
Puntoyaparte. Yo aquímepongoserio (yo-soy-el-autor-del-cuento)
Sipudiera estar-ahí, me gustaría preguntarle: ¿Cómo se titulará la próxima foto señor artista? ¿Malvinas City (Argentine) o Falkland City (London)?
No se ilusionen... (porque el cuento aquí termina) Ya saben la respuesta.

Jantipa

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